Hubo un tiempo en Jerez, en el que un Septiembre vendimiante se subía a la parra de los aromas fermentativos y las bodegas desprendían bocanadas de mosto nuevo, filtradas por desvencijados esterones de esparto. Calles enteras rezumaban vida, desde la callada quietud de sus centenarios edificios encalados como un lienzo en blanco, a punto de que el creador le diera vida con su paleta de colores.
Cada bodega era una catedral de aromas y sabores que el paso de los años convertía en oro líquido. Esencias de lo ancestral y aromas de uva fresca convivían con las levaduras, en un microcosmos de columnas de piedra y vigas emborrachadas por la evaporación contínua, que “los ángeles” cobran como tributo a la vejez de los vinos… Aquello era “una especie de paraíso” para un niño, que de la mano de su padre iba conociendo barricas y elaboraciones particularísimas, que forman ya parte de mi memoria olfativa y gustativa. Aquel niño, era yo, claro… Y aquellas esencias quedaron en mi recuerdo con la percepción de un perfume, que los mayores se podían beber. Pero mi padre me dijo que aquello era solo vino.
Un buen día le pregunté a mi padre que por qué nadie hacía un perfume de vino con aquellos aromas inolvidables de la vendimia manual y la fermentación espontánea...
...y me respondió “ya lo hace Kurt Kuwilsky el perfumero alemán que vive aquí en Jerez y elabora perfumes con nombres de vinos”, pero yo quería hacer un perfume de vino que se pudiese beber y entonces, mi padre me dijo literalmente “Mira hijo, el único perfume de vino que se puede beber es el brandy, pero eso tú todavía no lo puedes catar ni de lejos”.
Pasaron los años y estando ya al frente de nuestra bodega, me tropecé con un vino nuestro, tan aromático y frutal, que creo que durante años perdurará su impronta en quienes lo han catado por vez primera. Aquí lo llamamos “Cosecha” porque intentamos que no pasen muchos días entre la recolección, la fermentación y el embotellado. De hecho, es nuestro vino más joven, el más frutal y el más aromático de cuantos elaboramos a partir de pasas.
Finalmente tuvimos la oportunidad de destilarlo y elaborarlo mediante battonage como un auténtico brandy, que extrae todo el sabor y la densidad de las proteínas de las lías de cada barrica y de ahí que le llamemos “Brandy Battonage”, un destilado que no puede entenderse sin probar nuestro “Cosecha” y que, a los que formamos parte de esta casa nos retrotrae a las vivencias de los días pasados durante este Septiembre vendimiador de uvas maduras puestas en la “pasera” mientras el sol les brinda sus últimos rayos benefactores… El epílogo de un fruto llamado uva y el comienzo de los aromas de un perfume irrepetible: el vino y su alma destilada encerrados en cristal, esperando dar placer al ser humano. Qué mejor regalo se puede esperar de una vendimia…
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